viernes, 17 de agosto de 2012

La incoherencia de la crueldad


De vez en cuando la vida se torna justa y pone a cada uno en su sitio. Tristemente todavía existen fanatismos generadores de asesinos dispuestos a terminar con la vida de inocentes. Pero ni las peores almas son inmortales ante el cáncer.

Jesús María Uribetxeberria Bolinaga, condenado a 32 años de cárcel por el secuestro de Ortega Lara, padece un cáncer terminal que parece ser no le concederá más  de nueve meses de vida. Hoy sabremos si los pasará encerrado o se le concederá el tercer grado. De nuevo nos encontramos ante un “dilema moral”, algo que han aprovechado 273 presos que han decidido comenzar una huelga de hambre para exigir que el terrorista no acabe sus días entre cuatro paredes.

Y entre cuatro paredes, y aún más estrechas pasó Jose Antonio Ortega Lara 532 días sin saber si su vida acabaría el próximo minuto o tendría la suerte de ser liberado. Una ironía que puede causar de todo menos risa.

Ahora no sabemos que hacer. Si finalmente queda libre habremos cedido a las presiones de este grupo,  como todo últimamente hacemos las cosas mal y tarde; y si continúa entre rejas, actuaríamos en un marco  fuera de los supuestos principios de nuestra democracia. 

Según muchos de los funcionarios de prisiones los huelguistas comen y hacen todo tipo de triquiñuelas para mantener el número de ellos en estado de protesta activa. Por ejemplo, la lista de reclusos de huelga fluctúa constantemente, ya que cuando son sorprendidos comiendo se dan de baja y es otro el que se apunta en su lugar. Ninguno de ellos ha necesitado asistencia médica, los hechos hablan por si mismos.
Para rematar mi indignación, hace un par de días publicaba ABC un fragmento de la conversación que se mantuvo con Bolinaga cuando aún se desconocía el paradero de Ortega Lara:

«¿Nos puede decir cómo podemos acceder al «zulo» en el que se encuentra Ortega Lara debajo de esa maquinaria? ¿Es que no nos lo va a decir aunque el funcionario se muera de hambre?».

-«Pues que se muera de hambre ese carcelero»

Después de todo lo que sabemos sobre las farsas en sus huelgas y la poca coherencia con la que actúan, sus argumentos quedan reducidos al nivel de los utilizados por la banda terrorista hasta ahora. Porque inevitablemente, la crueldad nunca puede ser coherente.

Mi pregunta ante esto es: ¿Serían capaces de morir por lo que un día mataron?


Foto: El País