Hace escasa
media hora el corazón de los atletistas ha temblado de nuevo. Esta vez no ha
sido con un rugido de satisfacción, ni con el típico sobresalto rojiblanco
viendo jugar a su equipo, si no más bien con una noticia de esas que apuntan
directas al sentimiento y al orgullo colchonero.
Por lo visto, y
hasta que esto sea desmentido o aclarado (si es que se hace) el padre de
Radamel Falcao ha declarado en una radio de Medellín que el mayor sueño de su
hijo es jugar en el Real Madrid y que a final de año el delantero se marchará
del equipo.
Hace días que en
mi cabeza intento sopesar en una balanza la calidad y el sentimiento. Ese
fantástico virus que contagia a gran parte de los jugadores que pasan por el
Calderón para no dejarles jamás. De la boca de Kiko Narváez escuché una vez que
es difícil escapar a esa sensación de pertenencia a este club, a esta afición y
a estos colores.
Pero no todos
sucumben a este encanto, es normal. El aficionado al fútbol se empeña en
olvidar, yo la primera, que ser jugador es una profesión y como tal necesita
unas motivaciones económicas y de superación personal.
Estas
declaraciones están feas, muy feas. Flaco favor ha hecho Radamel García a su
hijo. Si finalmente este es el
deseo del jugador ya habrá tiempo de descubrirlo y no en este momento,
en el que el cariño de los aficionados envuelve al nueve rojiblanco.
En mi opinión el
Atleti está lejos de dejar huella en el corazón del colombiano, quizá sea
cuestión de tiempo o quizá no.
Inevitablemente
este episodio me recuerda al sufrido con el actualmente jugador del Manchester
City, Kun Agüero, al que la influencia y declaraciones de su suegro lo llevó a
abandonar el Calderón de una manera nefasta. Dejando a una hinchada dolida con
su comportamiento y su propia
imagen por los suelos.
A lo mejor el
año que viene no contamos con nuestro goleador, es más, seguramente ocurra eso,
pero antes de que se vaya me gustaría aclararle una cosa: cuando el público no
te apoya, no te canta y no habla de ti como su súper héroe, los trofeos, los
goles y el dinero dejan de merecer la pena.
FOTO: CNN MÉXICO