miércoles, 18 de enero de 2012

¿Deberíamos seguir llamándoles humanos?


Cuatro marines, tres cadáveres y un video como testigo. No hace falta nada más para levantar  la polémica de nuevo sobre la actitud de algunos soldados americanos.

La noticia saltaba como un nuevo fracaso de la disciplina de los soldados estadounidenses, bueno, más que disciplina deberíamos llamarlo humanidad. Cuatro marines orinando en cadáveres aun ensangrentados mientras decían “Pasa un buen día amigo”

Aún no se sabe la identidad del que decidió publicar esta atrocidad en Internet, pero lo que es aún peor, tampoco se sabe quiénes fueron los cuatro inconscientes que lo llevaron a cabo. El Pentágono sigue investigando y mientras ellos juegan a los detectives yo pongo a tela de juicio las pruebas de admisión del ejército estadounidense.

Que cuatro individuos de estas características estén autorizados a realizar  misiones en las que se pone en juego la vida de tanta gente me hace estremecer. En este momento dejo a un lado las nociones de patria y bien común, que supuestamente buscan los ejércitos, para  centrarme en el poco control y disciplina que se ejerce en ciertas ocasiones ante los soldados.

Por eso yo pido que con lo exquisitos que nos ponemos últimamente con los términos…que si “miembros y miembras”, que si no se puede llamar “matrimonio”, etc…alguien proponga  que exista la posibilidad de quitar el “título” de humano a esta panda que hace tanto que dejó de serlo.

Una cosa es segura, esos marines y yo tenemos un concepto totalmente diferente de la muerte. En mi cabeza no cabe, ni creo que quepa en ninguna, que alguien sea capaz de vejar un cadáver en cualquiera de las circunstancias de la vida. No hay excusa, y no hay perdón. Afortunadamente mientras estos señores se dedican a humillar, o más bien a humillarse públicamente existen otras personas que intentan contrarrestar estos actos que, inevitablemente, dejan  una sensación de una humanidad sucia y cruel. En algunas ocasiones es bueno recordar que la parte buena de la humanidad también existe. Es una especie de tirita y herida de una realidad en la que lo moral brilla por su ausencia.

Señores, por llamarlos de algún modo, allí donde se encuentren. Espero que el arrepentimiento de sus macabros chistes les valgan como penitencia de por vida, no salgan de sus agujeros, su cobardía al actuar de esa manera con cuerpos inertes les perseguirá, si aún tienen algo de humanos, hasta el final de sus días.

miércoles, 4 de enero de 2012

De marionetas a partícipes


Con una entrada breve me basta para contaros lo que yo creo que se está viviendo en España. Podemos encontrar muchas palabras clave: ruina, impotencia, desesperación o paro ocupan ese puesto en nuestra cabeza y nos impide, en muchos, casos salir adelante.

Con una cifra espeluznante de parados nos hemos despedimos de un año lleno de sufrimiento para muchas familias en nuestro país. Aunque no se esperaba tal número de desempleo, o eso nos intentaban hacer creer, ahora contamos con los datos exactos, 4.442.539 personas que no encuentran medio de ingresos para llevar a cabo su vida.

Los españoles estamos cansados y aburridos de que siempre nos hagan jugar a lo mismo. Posiblemente utilizar “juego” para describir nuestra democracia es algo extremista, no obstante, me sirve para explicar lo que quiero reflejar. Necesitamos volver a creer en nosotros mismos y que los demás países lo hagan también. Como ciudadanos tenemos que despertar y madurar políticamente. La mayoría, entre los cuáles seguramente me encuentro, no nos interesamos lo suficiente por lo que hacen nuestros políticos. Tenemos que dejar el “a mi la política me da igual, son todos igual de ladrones” para empezar a ser partícipes de ella.

Inevitablemente nos dirigimos hacia un abismo que sólo nosotros somos capaz de evitar. Ellos intentan manejar nuestros hilos y en muchas ocasiones nos hacen participar en su juego de manera equivocada e interesada. Dejemos de menear banderitas detrás de los políticos cuando hacen su discurso y empecemos a darnos cuenta de lo que está pasando.

Por mi parte propongo que dejemos de ser las fichas del tablero y comencemos a ser la mano que dirige nuestro país. Ellos nos representan, pero no deben sustituirnos como individuos capaces de elegir. Consulten los periódicos, lean libros, piensen mucho.