Hoy que vuelves, Fernando, sólo quiero recordarte que para
nosotros nunca te fuiste. Que sí, que sí...que jugaste de rojo, de azul e
incluso en un equipo italiano, pero tú siempre fuiste de los nuestros. Nunca
dudaste en atarte una bandera de tu Atleti, para que nadie dudase a quien pertenecía
tu corazón.
A muchos les jodía, y perdonen por la expresión, que fueses
tú el que hizo campeón a nuestra selección aquella vez ¡Qué bonito fue
Fernando! No obstante te siguieron criticando, la razón es simple: Nunca te
dejaste desteñir con otros colores. Rechazaste incluso el más mínimo rumor
cuando algunos, aunque nunca lo admitirían, querían verte de blanco.
No obstante tengo que decirle, Fernando, que aquí te
estábamos esperando, que nos faltan tus palabras de cariño hacia el club de tu
vida y que siempre estuvimos ahí, nunca en la sombra. Que todos nosotros te
sentimos casi como un hijo o un hermano, de esos que siempre defiendes
incondicionalmente pase lo que pase.
Que las cosas aquí han cambiado, de repente somos un equipo
de élite, pero yo te digo, Fernando, que somos los de siempre. Que si ganamos animamos, si perdemos
rugimos. Tú bien conoces a quien tenemos al mando, tú bien sabes quién es el
salvador de este equipo...y yo no sé cómo lo ha hecho Fernando, pero ahora
somos campeones.
¿Sabes? En el fondo todos sabíamos que volverías, incluso
tú. Porque, amigo, a veces el dinero no lo es todo, porque el mejor combustible
para un jugador siempre es sentirse querido, y ¿Dónde te van a querer más que
en tu casa?
Ahora que has vuelto a la familia sólo me queda desearte
suerte, desata todo el fútbol que llevas dentro y demuestra a todos lo que
nosotros ya sabemos. Porque eres grande Fernando, y siempre serás nuestro Niño.