Hoy escribo para el fútbol. Ese
deporte que marca la vida de la gente de manera irremediable. Colores que
despiertan los sentimientos más profundos del ser humano. Esa sensación de
pertenecer a algo, y que algo de ese juego te pertenece.
Te vacía y te llena por dentro por
segundos, por goles. Capaz de sacar de sus casillas a la persona más tranquila
y enmudecer al más nervioso. Una tradición que pasa de padres a hijos y que
consigue unir a un país incluso en los peores tiempos.
Así es el fútbol, precioso. Tan
precioso como impredecible, minutos que se hacen eternos o partidos que parecen
segundos.
Porque seas del equipo que seas te
sientes orgulloso de ello. No creo en las envidias aquí, en mi opinión
no existen. Se trata de una elección, un camino a seguir con mayores o menores
alegrías.
Hoy sin nombrar a mi equipo, porque
no se trata de eso. De verdad
admiro al fútbol. Mas allá de camisetas y banderas, incluso más allá de
colores.
Ir a un campo o encender la tele, oír
el rugido del estadio, observar las caras de la gente y compartir un
sentimiento. Con mi equipo no te metas, y yo no lo haré con el tuyo.
Competencia, rivalidad, pasión....esto es fútbol.
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