lunes, 14 de noviembre de 2011

Berlusconi, sólo un ejemplo


Después de casi 17 años de mandato ininterrumpido Silvio Berlusconi ha dicho adiós.
Se va dejando una Italia que ya casi no recuerda que un día formó parte de las principales potencias económicas de Europa.

Berlusconi fue el ideólogo de la Ley Alfago, ley no aprobada que consistía en que los cuatro dirigentes principales del país, el presidente de la República, el primer ministro y los presidentes de la cámara de Congreso y Senado, no pudiesen ser juzgados por ningún delito relacionado con su cargo mientras permaneciesen en el gobierno.

No nos engañemos, esos políticos que nos sonríen desde el televisor únicamente quieren nuestro voto. Y no utilizarán el poder, que como ciudadanos les hemos otorgado, para facilitar nuestra vida, ni para arreglar las dificultades de nuestro país. La política es poder. Tampoco tenemos por qué condenar el poder como algo malo ni perverso, simplemente es un ascua que no podemos mantener demasiado tiempo en la mano porque termina quemando.

Tomando como ejemplo al  que fue hasta hace menos de una semana Primer Ministro Italiano podemos ver como un político finalmente es simplemente un humano al que le resulta más fácil jugar con el bien y el mal.

Los ciudadanos italianos piensan que su imagen fuera del país está deteriorada por los continuos escándalos por los que se ha visto salpicado Berlusconi. La corrupción y la prostitución van actualmente unidas a la imagen del político, asociándolo inevitablemente con “la bota de Europa”

En nuestro país ocurre algo parecido, el resto del mundo no confía en nuestra política ni en nuestra economía. ¿Pagamos el pato por una serie de políticos que no saben manejar el poder? ¿Es realmente posible una política transparente y honrada?

No se si tengo las respuestas a estas dos preguntas, lo que si puedo decir es que aunque seamos nosotros los que ponemos los ingredientes, la tarta siempre se la terminan comiendo otros.

1 comentario:

  1. Quizá sea demasiado idealista, pero yo si creo en una política justa, que mire a favor de los ciudadanos. Para mi, de todas formas, también hay que tener en cuenta el papel que ejercemos nosotros, los votantes, sobre la política de un país, porque, no nos olvidemos, somos las bases de los partidos políticos, si queremos que la política cambie, deberíamos también cambiar nosotros

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