El 64%
de los españoles cree que los musulmanes no se integran. Eso es al menos lo que
un estudio, realizado por la German Marshall Fund de EEUU y un grupo de
fundaciones europeas, ha dado como resultado.
Quizá
esta diferencia se deba a la distinta idea de la palabra adaptación por parte
de las dos culturas. Los hechos acontecidos recientemente y las polémicas
surgidas a partir de, si se debe permitir o no el velo en los colegios
públicos, crean este campo de cultivo en el que la democracia y la Constitución
deben tomar parte. La creación de dos canales de televisión Islámicos ha
levantado ampollas en la opinión de muchos de los españoles. Continuamente
asalta a nuestra cabeza la idea de ¿Qué harían ellos si fuésemos nosotros los
que estamos en su país? Ciertamente podemos hacernos una idea de esto,
basándonos en hechos ocurridos en el pasado: la aceptación de nuestros valores
allí es prácticamente nula. Pero esto no nos puede servir como excusa, nuestro
país es un país desarrollado y por ello, tenemos que predicar con el ejemplo.
La
sociedad occidental está en la encrucijada de sus propios principios. Queremos
aceptar todo, queremos formar países pluralistas. Por un momento deberíamos
pararnos y pensar en el futuro. Cierto es que hay mucha diferencia entre los
musulmanes que viven en nuestro país actualmente a los que lo hicieron hace veinte
años. Poco a poco la integración de esta comunidad es mayor, y tenemos que
tener en cuenta que en ocasiones somos nosotros mismos los que no sabemos
manejar nuestras leyes. Por miedo a mostrarnos como una España racista, nos
dejamos llevar por el “todo vale”, sin darnos cuenta que a consecuencia de esto surge el “todo vale
menos lo nuestro”
Tenemos
que llegar a un acuerdo moral para que todo esto no se vuelva en nuestra
contra. España tiene que seguir siendo un país en el que nadie es diferente por
pertenecer a otra cultura, capaz de acoger a personas de todos los lugares del
mundo. Esto no es incompatible con el mantenimiento de nuestros valores,
principalmente los valores provenientes de los Derechos Humanos. Debemos medir
con la misma regla todas las actuaciones, pero a su vez, esta regla tiene que
tener esa flexibilidad necesaria para no dejar fuera a nadie.
Esa
idea diferente de adaptación tiene que convertirse en la misma, los españoles
no podemos pretender que los musulmanes adopten todas nuestras costumbres, y
éstos no pueden conseguir que nosotros cambiemos nuestro estilo de vida a favor
de las suyas. De esta manera no sólo las encuestas coincidirán, sino que
dejaremos de lado las polémicas que únicamente sirven para aumentar esas diferencias
que tanto nos asustan.
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