La Europa League es el último sueño que los atléticos hemos
vivido. Este año se nos complica la competición, pero para eso está la
esperanza, las ganas de repetir una celebración en Neptuno y de salir a la
calle con la camiseta rojiblanca orgullosos no de lo que un día fuimos, sino de
lo que ahora podemos ser.
Los colchoneros somos expertos en tropezar siempre con la
misma piedra. La esperanza de cada comienzo de temporada nos lleva a la
decepción en cada final de la misma.
Tenemos buenos jugadores, tenemos buen equipo, pero esto no va a cambiar
mientras mantengamos a esta directiva. Estamos atados de pies y manos frente a
un grupo de mercenarios que no sufren por el Club, que duermen tranquilos sin
pensar en este Atlético mediocre que están dejando.
Somos ese equipo capaz de meter cuatro goles al Udinese y
perder contra el Albacete.
Pero ¡cómo me gusta ser del Atleti! Ver un derbi en un bar en
el que todo el mundo comparte el mismo sentimiento. Hablar con personas que han
vivido el doblete y han visto como las rayas rojiblancas se imponen al blanco,
y darte cuenta que hay esperanza, que esa piedra con la que tropezamos cada año
nos hace diferentes, nos hace grandes.
Mi padre es el mejor Atlético que conozco, de esos que ven el
partido siempre, de esos que defienden a Torres. No cabe duda que él me hizo de
este equipo cuándo apenas sabía sumar. Hoy en día soy yo la que ve los partidos
con él. En alguna ocasión me ha pedido
perdón por haberme apuntado a este sufrimiento, pero lo que no sabe es que este
sufrimiento me ha hecho pasar muchos de los mejores momentos de mi vida.
Es algo inexplicable, diferente. A pesar de todo seguimos
luchando, seguimos siendo aquellos indios que esperaban pacientes mientras que
los equipos con dinero se hacen con todo el territorio.
Las desigualdades en la liga española son abrumadoras, pero aquí
seguimos y seguiremos. Sólo pedimos a esta “panda” que dirige nuestro Club que
no se deshaga de los jugadores que realmente sienten el escudo, de aquellos que
están deseando salir al campo para defender algo más que su bolsillo.
Dentro de este campo de minas, tenemos que sobrevivir como lo
llevamos haciendo tantos años. A pesar de las derrotas, a pesar de los Gil, a
pesar de Manzano; todo esto sigue mereciendo la pena. Por eso yo nunca dudaré
en decir…
¡GRACIAS PAPÁ POR HACERME DEL ATLETI!
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